Las abejas son solo la punta del iceberg cuando hablamos de polinizadores. En Italia, además de las abejas domésticas productoras de miel, existen más de 1.000 especies de abejas silvestres, pertenecientes a seis familias distintas. También avispas, sírfidos y otros insectos polinizadores desempeñan un papel fundamental en la salud de los ecosistemas… y en nuestra propia supervivencia. Sin embargo, cerca del 40 % de estas especies están en peligro de extinción, y para el 10 % ni siquiera tenemos datos suficientes sobre su estado de conservación.
¿Cuáles son las causas del declive de los polinizadores?
La disminución de las poblaciones de polinizadores está relacionada con múltiples factores, todos ellos provocados por la actividad humana:
- Pérdida y uso intensivo del suelo, un recurso no renovable;
- Cambio climático, que altera los ciclos biológicos y los periodos de floración;
- Uso de pesticidas y sustancias tóxicas en la agricultura;
- Introducción de especies exóticas invasoras que compiten o depredan a las especies autóctonas.

Pero todavía hay mucho que podemos hacer, incluso a pequeña escala, para revertir esta tendencia.
¿Cómo ayudar a las abejas? 5 acciones que marcan la diferencia
1. Observar y proteger los hábitats existentes
Muchos elementos naturales, a menudo ignorados, son hábitats esenciales para los polinizadores:
- Praderas: no son simples campos de hierba, sino verdaderos mosaicos de biodiversidad.
- Madera muerta: lejos de ser un desecho, es el hogar de muchas especies, incluidas abejas solitarias.
- Muros de piedra seca: ofrecen refugios seguros.
- Suelo expuesto y soleado: ideal para anidar.

2. Gestionar los espacios verdes de forma diversa
El césped recortado en jardines privados y públicos convierte a menudo las praderas en desiertos verdes y estériles. Para que un jardín sea amigable con las abejas:
- Corta regularmente solo algunas franjas (cada 12 días), dejando el resto florecer libremente.
- Realiza uno o dos cortes al año en el resto del césped.
- Asegúrate de que la vegetación no sea uniforme, sino diversa y variada.

3. Elegir plantas autóctonas y variadas
Cada especie de abeja tiene una relación especial con determinadas plantas.
- Evita las plantas ornamentales estériles o inadecuadas.
- Favorece especies locales: lavanda, malva, tomillo, centaurea, milenrama, entre otras.
- Un jardín con una amplia variedad floral atraerá a muchos más polinizadores.

4. Proporcionar refugios y nidos artificiales
Además de flores, los polinizadores necesitan lugares donde vivir.
- Plantas silvestres junto a cercas, jardines espontáneos y bordes naturales.
- Hoteles para abejas o refugios artificiales para especies solitarias que anidan en cavidades.
⚠️ Pero ojo: estos refugios no son la solución definitiva, sino una herramienta educativa para fomentar el conocimiento y la observación.

5. Compartir, observar y participar
Conocer es poder. Y tú puedes contribuir:
- Participa en actividades educativas, visitas guiadas o jornadas de biodiversidad.
- Usa apps y herramientas como iNaturalist o BeeWatching para seguir la evolución de los insectos.
- Colabora en proyectos de ciencia ciudadana para ayudar a recopilar datos valiosos.

Salvar a las abejas —y a todos los polinizadores— no consiste solo en instalar un “hotel” en el jardín. Es una forma de repensar nuestra relación con la naturaleza, incluso a través de acciones cotidianas. Es proteger, aprender, crecer y compartir.
Solo creando entornos más diversos y acogedores podremos garantizar un futuro para estos insectos… y para nosotros mismos.
🌱🐝 Cada flor cuenta. Cada gesto, por pequeño que parezca, marca la diferencia.