Cuando pensamos en la Costa Blanca, lo primero que nos viene a la mente son playas de aguas turquesa y resorts turísticos. Pero más allá de esa postal, existe otra Costa Blanca: una tierra interior que sorprende con valles fértiles, sierras escarpadas, pueblos auténticos y un ritmo de vida tranquilo, perfecto para un viaje slow y sostenible.
Pueblos con historia y alma mediterránea

En las colinas del interior alicantino se esconden joyas como Benissa, con su casco antiguo de piedra y calles floridas; Jalón, corazón de la Vall de Pop; Llíber, rodeado de viñedos; o el espectacular Guadalest, colgado entre montañas. Lugares donde el tiempo parece haberse detenido y la autenticidad se respira en cada rincón.
Naturaleza para descubrir sin prisas


La Costa Blanca interior es un paraíso para quienes disfrutan del senderismo y la bicicleta. Desde la Sierra de Bernia, con su célebre “Forat” con vistas al mar, hasta las rutas de la Vall de Gallinera, salpicadas de cerezos, hay caminos que conectan con la tierra y el silencio. En primavera y otoño, el paisaje se transforma en un mosaico de colores y aromas.
Sabores locales y productos con identidad

El turismo slow también se saborea. En esta zona encontrarás bodegas familiares que elaboran vinos con uvas autóctonas como la moscatel, pequeños mercados ecológicos y restaurantes que apuestan por la cocina de cercanía. El aceite, la miel, los embutidos tradicionales y las cocas caseras forman parte del alma gastronómica del territorio.
Dormir en armonía con el entorno

En el interior de la Costa Blanca, hay alojamientos sostenibles llenos de encanto que combinan tradición y respeto por la naturaleza. Por ejemplo, el Refugio Marnes, un caserío off-grid junto a Benissa que ofrece una experiencia inmersiva y sin prisas. También destaca La Jaima, una lujosa tienda de estilo beduino emplazada en la misma finca, perfecta para disfrutar del entorno en formato glamping. Más hacia Alicante, se encuentra La Ruina, un eco cottage rústico ideal para quienes buscan desconexión en plena sierra. Estos son solo algunos ejemplos de cómo la oferta local combina autenticidad, confort y compromiso ambiental.
Consejos para vivir la Costa Blanca de forma slow
- Evita las prisas: dedica tiempo a cada lugar y habla con la gente local.
- Elige medios de transporte sostenibles: la bici es una gran aliada.
- Viaja en temporada baja para disfrutar del silencio y la autenticidad.
- Respeta el entorno: sigue los senderos señalizados y consume de forma responsable.
Explorar la Costa Blanca no es solo una experiencia turística: es una forma de reconectar con lo esencial, con la tierra, con lo humano. Un viaje que deja huella en la memoria y en el alma.