
1. Qué ver en Siena
Se puede comenzar el recorrido por Siena con una cena de bienvenida en la bottega de Stigliano, que recibe a los visitantes dentro de un proyecto de ciudadanía activa y participación directa, donde las experiencias personales son importantes para crear una red de relaciones y conocimiento en el territorio.
Los primeros pasos pueden darse desde la Iglesia de San Domenico: una maravilla típicamente románica, ampliada en el 1300 con la clásica forma gótica que aún hoy podemos admirar. La iglesia es famosa, entre otras cosas, por la pequeña capilla dedicada a Santa Catalina de Siena, que contiene sus reliquias, meta de peregrinaciones y fervor religioso durante siglos.

Una Siena devota y casi supersticiosa, que encierra en su única nave (como es costumbre para las órdenes mendicantes) altares, urnas y antiguas memorias eucarísticas junto con las banderas profanas de las 17 contradas en las que está estrictamente dividido el municipio.
La Catedral se vislumbra entre las impresionantes vistas que este cruce de calles y muros esconde celosamente. Ubicada en la plaza homónima, de estilo románico-gótico exquisito, hace un guiño a su "gemela" pisana. La composición y estructura de las catedrales toscanas han sido influenciadas, de hecho, por los materiales locales (mármoles de colores).

Unos cuantos metros más de adoquines y empedrados separan del corazón palpitante de la ciudad: Piazza del Campo, la enorme concha arquitectónica donde cada año se celebra el tan debatido Palio de Siena. Encierra y canaliza los llamados Terzi seneses, divisiones ideales de la ciudad que a su vez agrupan las contradas. Su peculiar forma permitía el drenaje del agua de lluvia en la zona, originalmente acondicionada como plaza.
Un dato curioso: la tierra utilizada para amortiguar las caídas durante el Palio da nombre a la famosísima "tierra de Siena", un matiz de pigmento marrón ampliamente utilizado por artistas de todas las épocas.
2. Sabores locales y cocina de kilómetro 0
Palabra clave: platos sencillos pero únicos. Todo gira en torno al ingrediente humilde por excelencia: el pan, en todas sus formas. Los embutidos de Cinta Senese, la finocchiona y la manteca enriquecen el sabor del "humilde" pan, hecho estrictamente en casa.
Imperdible un suculento aperitivo con crostini de pan negro preparados según la tradición, servidos con bazo de res, cebollas y anchoas.
Las sopas siempre están presentes, desde la acquacotta hasta la campesina panza, a base de pan desmenuzado y remojado con cebolla, tomate, aceite y vinagre.
Destaca la famosa bistecca alla fiorentina, cocida a la parrilla y estrictamente de Chianina, típica de la Toscana. Y luego la tripa a la sienesa y la mítica... ¡ribollita!

No se pierdan los dulces como el Panforte de Siena, el Panpepato, los ricciarelli y los deliciosos cantuccini.
3. Naturaleza, deporte e itinerarios lentos
Terminar el fin de semana a caballo en estos lugares es imprescindible. Se puede elegir, para empezar, una ruta de 30 km, el llamado "Girotondo di Sovicille". Se parte de Stigliano, atravesando Padule, San Rocco a Pilli, Sovicille y llegando a Torri. Las carreteras son secundarias, asfaltadas pero poco transitadas por automóviles.
4. La Vía Francigena sienesa y sus alrededores
¿Qué tal una caminata? La Vía Francigena se abre camino entre hileras de cipreses ordenados en la provincia de Siena, uno de los itinerarios más hermosos y sugerentes de esta ruta.
5. Dónde dormir en Siena y sus alrededores
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Textos de Angela Sebastianelli
Foto de portada: foto de Richard Scott, vía flickr